Los abominables

Después de tanto tiempo, los seres más inmensos del mundo se dijeron por fin que se amaban con todo su ser, y se sintieron tan pequeños cuando nada pasó después. Se hubieran entrelazado las bocas, besado las manos y acariciado los ojos infinitos durante un millón de eternidades, y a partir de ese momento hubiera nacido el universo. Pero nada pasó.

Nunca la ausencia de cuerpo los había hecho tan abominables.