Tacto
Las abejas no osan tocar mi piel. La piel quema al roce la piel arde, más profundo. Sobre el alma. En el atardecer no suelo besar a nadie. Mis labios son fríos y crudos. Pero él... Él tenía los ojos en la boca y los labios en las manos, y no permitía que las rosas se marchitaran entre mis dedos. No solía enamorarme.