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Tal vez no te lo he dicho suficiente  pero quiero estar contigo cerca en el sentido más profundo, quiero quedarme todos los inviernos que me restan debajo de las mismas cobijas que tú, más en estos días pienso mucho en cómo sería, y es que quizá suene un poco egoísta, pero sé que todo sería más fácil  si pudiera sentirte abrazado a mí, Porque tus manos sanan de formas que no puedo compartir con nadie, y el sonido de tu respiración me cobija lejos de cualquier dolor, porque tus ojos divinos son lo único que necesito  cuando no puedo más con la vida y me quiero rendir. Y es que no sabes cuánto me has evitado rendirme, cuánto me alivia escuchar tu voz, cuánto tu piel se parece al verano, Todas las noches  si pudiera abrazarte, te sostendría en mi pecho y te diría  que eres el único ser necesario en la oscuridad, que te encuentro magnífico, que te quiero a mi lado, que el silencio contigo me parece perfecto y  lo más apropiado, si pudiera hund
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Mis dedos son gotas de lluvia, cantos ahogados, aleteos monótonos: pájaros tristes en el nexo entre mi rostro y la nada. Mis dedos son naturaleza muerta, las teclas de un piano inservible, las cuerdas, las piezas mohosas, los secretos. Lo que se queda mudo detrás de una ventana. Mis dedos son arena en una tormenta, bajo los pies: un monólogo absurdo e interminable, un susurro que reduce el sueño a una nada. Mis dedos cantan por encima de tus labios, y le encuentran poemas a todos los espacios, recuerdos azules, alarma, mis dedos no son más que una imitación de la ceguera. Mis dedos son los seres más torpes y raros que guarda el final de mi cuerpo, y no se parecen a los tuyos. Mis dedos no se parecen a los tuyos pero si lo hicieran aunque fuera un poco dejarían de ser extraños visitantes, de teclear silencios, de secar mares en unos ojos cansados, de ser pedazos amorfos de un ser intangible, de tartamudear canciones que no conocen, para enredarse

Encuentro desnudo

Somos un instante infinito, eso que sucede cada vez que parpadeas y me miras y no, y te recuerdo cada vez menos humano con la garganta llena de astros, somos un encuentro desnudo entre la fragilidad de los pensamientos inoportunos, ese lugar escondido en tu cuello, y todos los sitios donde ya no hay piel. Ese desnudo donde tus lunares se me pegan en la boca y tu silencio como agua se me enreda las manos. Somos como humo en el espacio inevitable entre tus pupilas y mis recuerdos, cuando tus ojos a veces me dicen que somos inconsumibles, y esas otras veces mientras cerramos los ojos y nos consumimos yo en la cima de tus párpados, en el hueco debajo de tus costillas que me guardas cuando todo es callado donde somos silencio y las noches son cortas, donde a veces me cantas sin darte cuenta. Tú en cada una de mis cicatrices, entre mis pestañas, en la oscuridad del amor irreversible, donde el tiempo no es tiempo donde todo permanece y nada es pero s
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El cuerpo recuerda. El atardecer enumera las partes donde ya no duele. El atardecer dura dieciséis segundos y los ojos hundidos ya no son negociables. Las calles entre los huesos se llenan de sal y saben a milagros cada vez que se sacuden. En las ventanas dejamos huellas dactilares y recuerdos plásticos, manos tejidas con agujas eléctricas, ojos oscuros que atraviesan el vacío... El cuerpo recuerda. Aunque se llene de gusanos y cambie la llave de la puerta de entrada. El cuerpo recuerda, yo  anochezco. Viajo  como viajan los arboles a través del desierto, me veo las entrañas y les encuentro colores magníficos. No hay más luces cálidas después de las siete: como pájaros se van a dormir y dejan las calles desiertas. El cuerpo recuerda y no tengo más que fantasmas enmarcados. Pero yo recuerdo poco, muy poco.

Te olvido

Yo no te pienso ahora porque te quiero, y no te quiero ahora porque te pienso, pero si alguna vez te quise un poco tonto, un poco frágil, un poco mío, monstruo: me digo que no te cuido, que te olvido, y que si quiero cargar con mi máscara, después de arrancarme la piel y ser un poco fuerte, monstruo: te digo que a veces, los monstruos lloramos, nos caemos y nos arruinamos de por vida las rodillas, y bailamos con dolor, y no queremos pintarnos las uñas, por miedo a arruinarlas por miedo a que no sea del color que siempre soñamos. Miedo de que nos tachen de monstruos, miedo de no poder quitarnos de encima la sangre canina, y los ojos vendados del dios que nos prometieron nos observaría de por vida y repudiaría nuestra máscara torcida de cuando nos soñamos un poco tontos, un poco frágiles, un poco nuestros, y nos llamamos monstruos.
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Te amo desde el principio de lo incondicional: lo infinito, lo absoluto lo que no es síntoma, ni forma, ni cuerpo. Sólo música. Te amo desde el principio del universo.

Verano

Tienes el sol en los ojos y ardo, y soy un resplandor acostado en la luna, y todas las flores alrededor de tu boca, y todos los brotes, y todas las luces, cada estrella, espejo, faro en el universo, y todos los días en mi piel es verano, todo abrasa cada vez que me miras.