Los bellos eternos

Están en cualquier lugar,
tienen diferentes formas,
y no sabes cómo
pero siempre los vas a reconocer.

Se parecerán uno al otro,
aunque no sepas en qué
te harán suspirar
y querrás mirarlos siempre.

No todos se quedan en tu pupila,
porque son suspiros,
porque son efímeros,
y se van
y jamás los vuelves a ver.

Los bellos eternos son para mirarse,
para atravesarte el alma,
para alterar un par de segundos del día
y luego irse.

Jamás te atrevas a acercarte a uno,
porque no pertenecen aquí,
y nunca van a encajar sus manos con las tuyas,
son eternos,
son efímeros.
Jamás te atrevas a hablar con ellos,
a mirarlos de cerca,
a conocerlos,
porque te harán daño.

Los bellos eternos siempre
siempre
siempre
siempre
siempre
siempre
siempre
siempre
te harán daño.

Así que déjalos pasar,
admíralos,
inundate de su esencia,
de su voz o de sus palabras,
y luego olvídalo.

Verás muchos todo el tiempo,
a veces todos los días en el mismo lugar,
a veces también te mirarán,
estarán y estarán,
te harán sentir mariposas,
ganas de amarlos,
te harán querer ser eterna con ellos

pero tú no puedes aspirar a la eternidad
porque eres mortal.
Y los mortales jamás
jamás
jamás
deberían dejarse hacer
tanto daño.