Musa

Te pienso,
musa,
cada vez que te acuestas
y tu piel se hace ruinas
y tus hombros,
te recuerdan que estuviste vieja
y el amor...
lo vuelve todo difuso.

Te pienso,
musa,
como se piensa a los reflejos,
pintada en el agua,
con el sol coronándote la cabeza,
y los pasillos, enredados,
entre tus pies.

Te pienso
con los ojos velados,
confusos,
una estatua olvidada en la maleza
y la muerte
adornando otra muerte:

las flores que cortamos
entre tus dedos.

Te pienso
como se piensa a las cosas rotas
a los espejos andantes
con los recuerdos plagados de luz
y la boca
cerrada.

Te pienso
a mitad del jardín,
hecha de escombros y plantas lunares,
desnuda
como una mancha en la luz de la tarde,
cuando anochece,
cuando nos miramos
y
no estás.

Te pienso
te pienso, te pienso
sin pausas
te pienso

como se piensa al amor:

belleza amorfa,
en la habitación
de tu cabeza,
donde las cosas carentes de alma
y los rostros de los sueños nítidos
desaparecen.