Encuentro

Será un domingo, ya avanzada la noche. Tus pasos resonarán secos por la acera, mientras que tus ojos recorren las calles solitarias.
Llevarás chocolate en las comisuras de la boca, y un amargo sabor a ciruela.
Alsarás la vista, dejarás tus pensamientos cualesquiera que sean solo para observar a la delgada silueta dibujada bajo un faro a unos pasos de ti.
Se acercará tranquilamente, con la vista hacia el suelo y el cabello alborotado. Silbará por lo bajo algo de Mozart, y todo será muy rápido.
Tu corazón dará un salto sin razón aparente, él lo escuchará y te mirará. Sonreirás y él hará lo mismo.
De su mano caerá al suelo una rosa amarilla, y la calle completa olerá a té, y no podrás dejar de mirarle.
Se agachará para recoger la flor, sin apartar la vista de tus ojos y antes de darte cuenta la tendrás entre tus dedos.
Soltará un suspiro, rozará su mano con la tuya y caminará con pasos largos, alejándose.
Tus ojos sonreirán y tu corazón dejará de saltar. Ya no olerá a té, y la melodía que silbaba estará en tu cabeza.
Caminarás al otro lado, pensando realmente en nada. Con chocolate en la comisura de la boca, un amargo sabor a ciruela y una rosa amarilla estrujada en tu puño.